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Nos fuimos cuatro días al Fin del Mundo: Ushuaia


Argentina tiene el privilegio de tener en su territorio la ciudad más austral del mundo: Ushuaia en la Patagonia Argentina. Ushuaia es un lugar paradisíaco. Es el fin del mundo, y eso no es cualquier cosa.


Está ubicada frente al Canal de Beagle, en el extremo sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego, rodeada por los Montes Martial. El nombre de Ushuaia proviene de la lengua de los indios yaghanes o yámanas, sus primitivos pobladores, y quiere decir “bahía que penetra hacia el poniente”. Es una ciudad joven fundada en 1884 cuando una expedición argentina enarboló por primera vez la bandera en la bahía. Sin embargo, anteriormente ya había estaba poblada por unos 300 misioneros anglicanos que construyeron las primeras viviendas y se ocuparon de evangelizar a los aborígenes.


Para los argentinos, Ushuaia se hizo conocida cuando se decidió levantar allí un presidio, a comienzos del siglo XX, donde eran enviados a cumplir condena los presos del país. Es por ello que los presos pueden considerarse los “primeros colonos”. Hoy en día Ushuaia es una ciudad turística, con aeropuerto internacional y todos los servicios turísticos necesarios. También es un puerto de cruceros y el puerto de aguas profundas más cercano a la Antártida.



Organizamos nuestro viaje a Argentina en el mes de agosto, coincidiendo con el invierno del hemisferio sur. Queríamos ver nieve y ver nevar (somos de un país tropical) Incluimos Ushuaia pero con el temor de que nos encontráramos con un invierno de esos que solo hemos visto por televisión y que nos obligase a ver todo desde la ventana del hotel. Pues nada de eso, todo lo contrario. Aunque hacia una semana había nevado con intensidad, a nosotros nos tocó un clima excelente, sol todos los días y las temperaturas rondando entre los 8 y 12 grados C. Así, los paisajes eran hermosos, todo nevado pero con una temperatura muy agradable. Por supuesto de ver nevar nada. Será para otra vez y en otro lugar.


PRIMER DIA: Conociendo la ciudad


Llegamos al temprano en la mañana al Aeropuerto Internacional Malvinas Argentinas (que nombre tan provocador para los ingleses) en vuelo procedente de Buenos Aires. Durante el viaje, sobrevolamos Los Andes, y quiero decir que es una experiencia inolvidable, además viajamos acompañados por un sol invernal.


Al llegar, alquilamos nuestro coche como casi siempre hacemos porque nos gusta viajar a nuestro aire y capricho. Los vehículos que te alquilan son viejos y pequeños pero como los recorridos no son muy largos sirven perfectamente. Nos dirigimos a nuestro hotel Las Lengas (muy bueno, sencillo pero muy cómodo), listos para conocer la ciudad.


Este primer día lo dedicamos a recorrer la pequeña ciudad. Ushuaia es una ciudad muy pintoresca, de cara al Beagle y con los montes Martial como fondo. Comenzamos nuestro recorrido por su principal calle comercial, la avenida San Martín, rodeada de tiendas, cafés, restaurantes, y que concentra la actividad turística y comercial de la ciudad. Tienen un Paseo de los Artesanos, donde los locales ofrecen sus originales productos a todos los visitantes confeccionados a partir de los más diversos materiales: madera, metales, lana, cuero, cerámica, vidrio, hueso, papel, entre otros. Tomar nota que Ushuaia está exenta de impuestos de valor agregado (IVA) por lo cual se ha convertido en un punto estratégico en donde adquirir perfumes, electrónica y todo tipo de productos. Al final de la avenida San Martin se encuentra una de las principales atracciones, el legendario Presidio, hoy convertido en Museo.


Al final de la tarde fuimos a la Avenida Maipú, que es un paseo que bordea la costa del Canal de Beagle y donde se tiene una bella panorámica del Canal y se encuentra el letrero que marca el Fin del Mundo. Llegamos cuando empezaba a caer la tarde, lo cual le dio un toque aún más especial.



Por aquí se llega hasta el Puerto de Ushuaia y el Club Náutico. Al final de esta avenida, llegas a La Pasarela, camino flanqueado por ambos lados por el mar, que hay que tomar para llegar hasta la península, desde donde se tiene una espectacular vista de la ciudad. En esta zona se encuentra la Bahía Encerrada, que se congela en invierno y sirve de pista de patinaje.


Quiero contar en este punto, que todos los paisajes eran maravillosos, de esos que te quitan el aliento, y yo pensaba: “vivir en un sitio tan hermoso es una grosería”. Dejo alguna foto, que explica mejor esa sensación:



El Presidio


El histórico presidio de Ushuaia fue clausurado en 1947. Hoy se conserva toda un ala en su estado original, con las celdas que usaron los convictos, sus paredes de piedra, sus escritos, y sus rejas. Esta cárcel es el símbolo de la colonización de Ushuaia. Su construcción comenzó en 1902 y finalizó en 1920. Fue llevada a cabo por los mismos presos y llegó a tener 5 pabellones y 380 celdas unipersonales. Su objetivo era alojar a los “reincidentes”, pero terminaron llegando los criminales más peligrosos. Ushuaia se fue construyendo alrededor de la cárcel, por cuanto los presos con buena conducta podían salir durante el día y trabajar en la ciudad para ganar algún dinero. Hoy en día, en el antiguo edificio funciona el “Museo Marítimo y ex presidio de Ushuaia”.



Pizzas y dulces en el fin del mundo


Después de ese maravilloso paseo, fuimos a comer a un lugar muy popular en Ushuaia, el Café Tante Sara, sobre la Avenida San Martín. De los hornos de esta pastelería salieron unas riquísimas pizzas y unos maravillosos dulces que disfrutamos viendo pasar a los turistas y la gente del pueblo a través de sus grandes ventanales.





Antes de seguir mi relato quiero dejar constancia que toda la pastelería que probamos en nuestro recorrido por Argentina era buenísima y no tenía nada que envidiar a las mejores pastelerías de Europa. Nos dijeron que era por la gran cantidad de emigrantes europeos que se asentaron en el sur del país, sobre todo italianos y alemanes, que trajeron con ellos las maravillosas recetas de sus países de origen. Pues, ¡qué bien!


SEGUNDO DIA: Llenándonos de aire puro en el Parque Nacional Tierra del Fuego


Nos levantamos como siempre que viajamos en familia, no muy temprano y menos haciendo esa temperatura que para nosotros era frío, aunque ya el sol estaba en todo su esplendor. Nuestra primera sorpresa fue la grandiosa vista del comedor del Hotel donde servían el desayuno. No lo cuento, lo enseño:



Este segundo día lo dedicamos a recorrer la parte occidental de Ushuaia, que comprende el Parque Nacional Tierra del Fuego, localizado a 12 km de de la ciudad. Nuestra idea era viajar en el Tren del Fin del Mundo, que te lleva hasta el centro del parque, pero al llegar a la estación en la entrada comprobamos que no estaba en funcionamiento. Para los amantes de los trenes es una estupenda opción, porque es un tren a vapor, con amplios ventanales, una réplica del "Trencito de los Presos", que recorre el mismo trayecto que décadas atrás realizaban los presos de la cárcel para abastecer de leña al pueblo.


Como contábamos con nuestro propio vehículo seguimos adelante, recorriendo este bello parque, bordeando el río Pipo, por un denso bosque hasta llegar a Bahía Ensenada, desde donde conseguimos una bella vista de las Islas Redonda y Estorbo y la costa chilena, al otro lado del Canal de Beagle. El Parque conserva las típicas especies del bosque andino patagónico como arbustos, hayas, ñires, barba de indio y flores en una aérea de 63.000 hectáreas. Los amantes de las caminatas podrán seguir en esta zona numerosas rutas que según la guía te llevan a unos maravillosos paisajes.



Después de estar un tiempo observando el paisaje y respirando ese aire tan puro, decidimos regresar. En el camino de regreso nos desviamos para llegar a la zona donde se asciende en telesilla al Glaciar Martial, a sólo 7 km de Ushuaia. Antes del ascenso, se encuentra la Escuela de Esquí Ushuaia que ofrece alquiler de equipos. Mis hijos, que nunca habían esquiado, se animaron a probar en la zona de principiantes, y mientras mi esposo los animaba, yo subí en la telesilla que tiene una bella vista panorámica de Ushuaia, el Canal Beagle, el glaciar y la Isla Navarino, en Chile. La aerosilla recorre 1.180 metros en 10 minutos.


Un almuerzo en el bosque


En medio de esa misma zona, rodeado de bosques, comimos en “La Casa del Te”, un café en una casita de madera, decorado en forma romántica o shabby chic, con muebles rústicos de madera y manteles de cuadros, unas tazas bellísimas y lindas cortinas en las ventana. Las tortas y dulces se veían tan ricos que eso fue lo que almorzamos, y mereció la pena. También vendían tés y galletas para llevar.



TERCER DIA: Nieve y más nieve


Este día, con un maravillo sol nuevamente y una temperatura ideal para nosotros los tropicales, lo dedicamos a disfrutar de la nieve. Saliendo de la ciudad en dirección al noreste, a lo largo de la Ruta 3, te encuentras once centros invernales, que concentran en pocos kilómetros la oferta de actividades invernales más completa de la zona. Puedes esquiar, hacer trekking, paseos en trineos tirados por perros huskies, caminatas con raquetas, motos de nieve, actividades nocturnas. Nosotros simplemente disfrutamos de la nieve y del paisaje, y de la comida por supuesto. Primero decidimos pasar de largo de los centros invernales y acercarnos en esta misma ruta al Lago Escondido, situado en el corazón de la Isla de Tierra del Fuego, a 60 km. de Ushuaia, del otro lado de los Andes Fueguinos. Situado al pie del Paso Garibaldi, uno de los pasos más altos de la zona, y uno de los puntos panorámicos privilegiados. Toda la zona está rodeada de bosques primarios, es decir, que no han sido modificados por las manos del hombre. En invierno no se puede seguir más allá, y menos por tu cuenta, pero si vas en otra época del año, y sigues por la misma ruta otros 40 km, llegas al Lago Fagnano, uno de los más grandes del mundo.



Cordero y vino patagónicos: para siempre en nuestros recuerdos


Comenzamos el regreso y decidimos parar entonces en uno de los centros invernales. Escogimos el Centro Invernal Las Cotorras, y como la montaña y el aire puro siempre dan mucha hambre nos dirigimos a su restaurant Las Cotorras, del que había leído muy buenas críticas en blogs de viajes, recomendando por servir el mejor cordero patagónico. Y efectivamente lo comprobamos. El precio del menú incluye buffet libre de ensaladas y todo el cordero que seas capaz de comer. Además, nos sirvieron de postre un flan sabrosísimo de dulce de leche, la delicia típica de Argentina. El vino del “Fin del Mundo” estaba excelente y cayeron dos botellas porque el lugar tenía además una gran chimenea que invitaba a disfrutar el momento, así que nos quedamos toda la tarde, saliendo de vez en cuando a jugar con la nieve. Puedo decir que fue una comida de esas que siempre recordarás, tanto por lo buena como por el entorno.



Con toda la pena del mundo, emprendimos el camino de regreso. Siguiendo la ruta paramos en el Criadero Bönaka, para admirar los perros huskies, y más adelante la base del Cerro Castor, el principal centro de sky de la región, donde nos tomamos un café observando la actividad de los amantes de este deporte.


CUARTO DIA: Navegando por el Canal de Beagle


Son múltiples las propuestas de rutas y embarcaciones (y precios) que permiten navegar y conocer el canal Beagle, uno de los principales escenarios naturales de la región. Nosotros escogimos la que te lleva en catamarán hasta el Faro Eclaireurs, pasando por la Isla de Lobos y de Pájaros, y apreciando bellos paisajes, la geografía y la fauna del lugar donde destacaron los lobos marinos. La experiencia de este paseo es de esas cosas que hay que hacer una vez en la vida. Además, el silencio que reina en el ambiente te da la sensación de que efectivamente estás en el mismo extremo de la Tierra.



Un Almuerzo con encanto


Para despedida, y para darnos un merecido homenaje celebrando que estábamos es un lugar tan maravilloso, fuimos a comer al famoso Restaurante Tía Elvira, ubicado en la avenida Maipú, justo enfrente del muelle turístico, y que desde 1978 ofrece la gastronomía local. Nos sentamos en una mesa frente a la ventana por lo que el Beagle nos acompañó durante el almuerzo. Probamos una de las especialidades locales la centolla (cangrejo o king crab inglés). Además de la centolla, pedimos la otra especialidad local, la merluza negra, un producto muy exclusivo (y caro) que se pesca en las aguas profundas australes del Atlántico. Su carne, a pesar del nombre, es muy blanca. Nos pareció que la centolla, sin ser nada del otro mundo, estaba muy buena, pero la merluza, estaba increíblemente deliciosa. La vista del puerto, la atención y la calidad de la comida, justifica que sea caro.



Este lugar, lleno de encanto, es un atractivo más de la hermosa Ushuaia que nos dejó otro recuerdo para toda la vida. Y así, disfrutando una copa más del delicioso vino patagónico dijimos adiós a esta bella y remota ciudad.



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