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¿Qué hace un monasterio español del s. XII en medio de Miami Beach?


Siguiendo la recomendación del blog viajaelmundo.com, y después de muchos viajes a Miami, fui a visitar una maravilla escondida en North Miami Beach, un monasterio de 800 años de antigüedad traído desde España, piedra por piedra. Cuando creía que ya esta ciudad no podía sorprenderme lo ha hecho… ¡y mucho!


El Monasterio y Claustros de San Bernardo de Claraval fue construido en Sacramenia, provincia de Segovia, España, por orden del rey Alfonso IV entre 1133 y 1141. Saquemos cuentas: 350 años antes del viaje de Cristóbal Colón a América. Monjes cistercienses ocuparon el monasterio por casi 700 años hasta que, durante una revolución social en 1830, los claustros fueron confiscados, vendidos y convertidos en establos.


En 1925, el magnate de la prensa William Randolph Hearst visitó el monasterio. Hearst, gran amante de la cultura europea y de su historia, se enamoró los claustros y los compró para instalarlos en su castillo de San Simeón, en California (por si tenías dudas de que el dinero no lo puede comprar todo).


Los claustros se desmontaron completamente, se numeraron las 35.784 piedras, se envolvieron con paja para protegerlas, se embalaron en 11.000 cajas y se transportaron por barco hacia Estados Unidos con un permiso de exportación en el que se indicaba que eran materiales de construcción.


Hasta ahora muy bien. Al llegar al puerto en Nueva York, en vista de que había una epidemia de fiebre de aftosa en España, y por temor a un posible contagio, las autoridades portuarias ordenaron abrir las cajas y quemar la paja (un posible portador de la enfermedad). Los obreros volvieron a colocar las piedras, pero no lo hicieron en sus cajas originales según estaban numeradas, y fueron enviadas a un almacén. Poco después de llegar el envío, y debido a la crisis financiera de la Gran Depresión de 1929, Hearts tuvo problemas financieros y se vio forzado a vender su colección.


Las piedras quedaron guardadas en un depósito de Nueva York por 26 años, hasta que en 1952 los hombres de negocios de Miami, William Edgemon y Raymond Moss, decidieron comprarlas y convertirlas en una atracción turística en el norte de Miami. Reconstruir los claustros significó 19 meses de trabajo. La revista “Time” lo llamó “el mayor rompecabezas del mundo”.


Foto tomada de internet

En 1964, por dificultades financieras de sus propietarios, los claustros fueron vendidos nuevamente, esta vez a un rico filántropo que se los donó a la Iglesia Episcopal. Y allí permanece bajo el nombre de “Monastery of St. Bernard of Clairvaux” En él se celebran servicios religiosos, y sirve de escenario para filmaciones de películas y series, videos musicales, bodas y fiestas, todo bajo la mirada asombrada de una estatua de tamaño natural del rey Alfonso VII de León, quien inició la construcción del monasterio, y que acompaño a los claustros en esta aventura.


El Monasterio se encuentra en North Miami Beach como dijimos, sobre la West Dixie Highway, en medio del caos típico de las calles de esta zona. Para entrar tienes que pasar por el Museo, donde existe una pequeña colección de objetos medievales, la mayoría proveniente de donaciones privadas. De allí pasas a los jardines a través de un portón de hierro para llegar al Monasterio.


Nada más llegar y cruzar el arco de la puerta, cubierto por un bajorrelieve de la coronación de la Virgen María, empiezas a sentir esa atmósfera especial que se respira dentro de las edificaciones medievales y que a mi tanto me gusta. Y en este caso es aún más especial porque está rodeado por la luz y la vegetación de Miami, pero en el interior está todo en silencio.


Recorrí los claustros despacio, saboreando el momento, la sensación de trasportarte a la edad media, y viendo asomarse por las ventanas las palmeras y el cielo de Miami. Fue un paseo maravilloso. Pero no se los voy a contar, les dejo algunas fotos para que me acompañen en el recorrido.


Gracias a Adriana y su blog viajaelmundo.com por tan maravillosa recomendación. Y ustedes, ya lo saben, la próxima vez que viajen a Miami, dediquen una tarde a visitar este hermoso lugar.

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