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Sin palabras frente al Gran Cañón



Hay una lista (no escrita pero que cualquier viajero guarda en su cabeza) de los lugares a los que hay que ir por lo menos una vez en la vida (o dos). En 1908 el presidente de los Estado Unidos Theodore Roosevelt escribió sobre el Gran Cañon: “…the one great sight which every American should see” (es la gran vista que cada americano… debería ver). Y cualquier ciudadano del mundo añadiría yo después de haberlo visto cien años después.


Llegó el día que fuimos a conocer el Gran Cañón. Empezamos muy temprano con un recorrido de unas siete horas (haciendo paradas) desde Las Vegas hasta el South Rim (borde Sur) del Gran Cañón, por una autopista que pasó por los paisajes desérticos de Nevada y Arizona para llegar, después de desviarnos para transitar por un trozo de la mítica Ruta 66 con sus antiguas tiendas, gasolineras y dinners, a los bosques que preceden la llegada al Grand Canyon National Park, el segundo parque más famoso de los Estados Unidos.


Nada más llegar nos acercamos a un primer mirador de los muchos que están preparados para quedarnos pararnos asombrados y sin palabras. Un paisaje majestuoso, enorme, lleno de distintos tonos de rojos, de verdes, de marrones, de amarillos. El sentimiento que te embarga no se pude describir. Y lo mismo pasa con las fotografías que tome, ninguna te puede mostrar con exactitud lo maravilloso de este lugar ni las sensaciones que experimentas. Pero conozcamos primero un poco más de este lugar, que quedó entre los 28 finalistas del concurso “Las 7 maravillas naturales del mundo del mundo moderno” (New7wonders).

Las dimensiones del Gran Cañón son gigantescas: se extiende en unos 450 km de largo y su profundidad promedio es 1300 metros siendo el máximo más 2000 metros. Su anchura varía entre los 5.5 km y los 30 km. Aunque no es el cañón más profundo del mundo, se destaca por las diferentes vistas que ofrece a los visitantes y por los diferentes estratos geológicos que aparecen en los acantilados. Fue creado por el río Colorado, que discurre por su fondo, cuyo cauce socavó el terreno durante 2000 millones de años. La historia de la Tierra han quedado expuesta en sus paredes verticales de rocas, conocidos como estratos (barros, arenas, rocas, restos volcánicos). Los años transcurridos se pueden contar y diferenciar según los colores y composición de cada capa. El Gran Cañón presenta rocas que se cuentan entre las más antiguas de la Tierra, muestras de las cuales se exponen ordenadas según su antigüedad a lo largo del parque y que puedes tocar. Esta es una muestra, extraída de lo más profundo:

Sus primeros habitantes

Se tiene constancia de la existencia de cazadores en la zona desde el año 10.000 aC, aunque los asentamientos más estables datan del año 1.000 antes de nuestra era. La primera civilización como tal que se asentó fueron los indios “Pueblo”, en torno al año 500. Diversas sequías provocaron el éxodo de estos pueblos, que fueron sustituidos en siglos posteriores por las tribus “Cerbat” (ancestros de los actuales Havasupai y Hualapai) y por los “Navajo”, hoy todavía habitantes de la zona.


El primer turista que lo vio era español

Hoy en día, 5 millones de turistas llegan todos los años para visitar esta maravilla de la naturaleza, pero el primer “turista” que lo admiró fue el español García López de Cárdenas miembro de la expedición de Francisco Vázquez de Coronado que en 1540 se encontraba explorando esos territorios en busca de las siete ciudades de oro llamadas Cíbola y sus enormes riquezas. Coronado comisionó a García López de Cárdenas junto con un puñado de hombres para encontrar agua de un río del cual los nativos les habían contado. Después de 20 días de viaje exploratorio se encontraron frente al Gran Cañón con el río Colorado en el fondo. Sin embargo, no pudieron bajar hasta el río para abastecerse de agua por lo cual decidieron regresar al campamento.


Cómo llegar

El Parque Nacional del Gran Cañón está ubicado en el estado de Arizona. Se puede admirar desde tres bordes o Rim en inglés. El Borde Sur o South Rim es el más popular, el que tiene las mejores vistas y reúne todo tipo de facilidades para los visitantes, incluyendo hoteles, en su Gran Canyon Village. Se encuentra a una distancia de cinco horas manejando desde Las Vegas. El Borde Oeste o West Rim queda a sólo hora y media de viaje desde Las Vegas y aunque las vistas no son tan espectaculares, lo corto del viaje y el hecho de que allí se encuentre el Sky Walk, pasillo de cristal construido sobre el abismo, lo hacen muy popular y visitado. Nosotros visitamos el South Rim.



Es hora de maravillarnos

Hecha la debida introducción científica e histórica ya sólo nos queda disfrutar de esta maravilla de la naturaleza. Con calma, recorriendo los miradores, sentándote a contemplarlo y apreciar las distintas vistas que tienen, los diferentes colores. Me llamó la atención como las personas llegaban conversando desde el estacionamiento por ejemplo y cuando lo tenían de frente todos, pero todos, se quedaban en silencio. Eso es lo que se llama “quedarse sin palabras”. Así que ya tienen una idea de lo maravilloso que es.

En otro post les daré una serie de consejos que a mí me sirvieron para aprovechar al máximo nuestra visita al Gran Cañón. Si van un solo día, es muy conveniente quedarse para presenciar el atardecer porque es un espectáculo magnífico de la naturaleza, nosotros llegamos justo a tiempo y, además, nos quedamos a dormir dentro del parque, aunque es más caro y hay que reservar con mucha antelación, pero eso hizo más fácil levantarme antes de las 6 am y acercarme a los miradores para presenciar el amanecer. Fue increíble. Había mucha gente, en silencio, unos tomaban café, otros hacían ejercicio o yoga, algunos rezaban. Fue maravilloso.


Finalmente les dirá que, tal y como había leído, por más que traté, ninguna de mis fotos refleja realmente lo que significa el Gran Cañon así que van a tener que ir a comprobar personalmente lo que les estoy contando.


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