top of page

La Catedral de León y el espectáculo de sus antiguas vidrieras


El edificio más emblemático de León en España es la Catedral de Santa María. Es tan hermosa que merece que la recorramos con calma, primero su exterior, desde todos los ángulos, y mirando mucho hacia arriba, porque el contraste entre sus piedras y el azul del cielo de Castilla es increíble. Y luego, su interior, donde la luz del sol atraviesa sus famosas vidrieras de colores para crear un ambiente muy especial. Y este fue mi recorrido.


Antes de llegar, un poco de historia


La Catedral de León es una de las catedrales góticas más destacadas de España y el monumento más visitado de la ciudad. Su historia se remonta al s. X cuando, reconquistada la ciudad por el rey astur Ordoño II, decide construir el palacio real sobre los restos de las termas romanas del s. II. Más adelante pasó a ser iglesia y será en el s. XIII cuando se comienza a construir la Catedral, en el año 1258, obras que continuaron a lo largo del s. XIV y parte del s. XV, pero con el pasar de los años ha sufrido muchas modificaciones. Los primeros constructores eran originarios de Francia, lo que explica su estilo gótico francés, que recuerda a Notre Dame de París y la Catedral de Reims.


Antes de entrar, admirando su fachada


Llegamos y como lo recomiendan nos sentamos en unos bancos frente a ella para admirarla, subiendo la vista al cielo. Es impresionante. Lo más llamativo del exterior de la Catedral de León es su fachada occidental con sus dos torres góticas de 65 y 68 metros respectivamente, diferentes entre sí. Esto se debe a que se construyeron en siglos distintos. La torre norte o Torre de las Campanas fue la primera en ser terminada, mientras que la torre sur o Torre del Reloj se terminó casi cien años después. Flanquean un pórtico del s. XIII ricamente decorado escultóricamente con imágenes bíblicas y de apóstoles y santos. Tiene cinco arcadas desiguales que preceden a las tres portadas; la central está presidida desde el parteluz por una copia de la imagen de la Virgen Blanca, cuyo original se encuentra en el interior del templo.


El rosetón central con vidrieras del s. XII es maravilloso, junto con el conjunto de arbotantes, que son en definitiva los que sostienen las paredes de la catedral. Fue el avance de esos tiempos para poder levantar estas catedrales. Lamentablemente, cuando yo estuve estaba siendo restaurado y no lo pude apreciar. Tendré que regresar con esta excusa.


La fachada sur es visible a lo largo de toda la Calle Ancha y al igual que la fachada principal también cuenta con tres pórticos importantes con sus respectivas representaciones escultóricas.


La sorpresa que te espera en el interior, el espectáculo de luz y color de sus vidrieras


Cuando pasé al interior (cobran entrada) me quede asombrada con lo que vi, de hecho, me quede con la boca abierta. La luz del solar atraviesa sus vidrieras de colores iluminando las tres naves, el crucero y el coro. Se trata de una de las mayores colecciones de vidrieras medievales, perfectamente conservadas, y que son consideradas las más importantes del mundo junto con las de la Catedral de Chartres (Francia). El conjunto está compuesto por 737 vidrieras, casi todas son las originales, que cubren una superficie total de 1800 m². Hay tres grandes rosetones de 8 metros de diámetro cada uno, 31 ventanales altos de 12 metros de altura, 37 ventanales más bajos de tres metros y 83 rosas poli lobuladas. Los ventanales altos o claristorio constan de escenas bíblicas. Los ventanales medios o triforio constan de escudos nobiliarios y eclesiásticos, representando a la nobleza. Los ventanales inferiores de las naves laterales constan de representaciones vegetales, representando la tierra, y de tareas mundanas, representado a los hombres "pecheros". Pero mejor no les cuento más nada y se las enseño:


Recorriendo la Catedral


Recorrí el coro acompañada de un guía que nos fue explicando todos los detalles. Es muy bonito el Coro de Sillería, el más antiguo de España, de madera de nogal del s. XV. En el Altar Mayor un hermoso retablo elaborado a mitad del siglo XV, una mezcla de estilo gótico internacional y gótico. A los pies del retablo se puede ver un relicario de plata con las reliquias de San Froilán, patrono de la ciudad.


Recorrimos las capillas, destacando la Capilla de la Virgen Blanca que guarda desde 1954 la escultura original de la Virgen Blanca que antes se encontraba en la fachada, de estilo gótico y perfectamente conservada. Pero la que más me gustó, como siempre apasionada por los reyes, fue el Monumento al rey Ordoño II, el único rey de León enterrado en la Catedral, y que fue el responsable de que la ciudad se convirtiera en capital del Reino de León.


En busca del topo de la leyenda


La Catedral, tiene su propia leyenda. La leyenda del Topo. Y nos entretuvimos buscándolo. Lo encontramos sobre la puerta de San Juan, por el interior, donde en lo alto cuelga un pellejo oscuro, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un "topo maligno". Cuentan los “sabios” del lugar, que, al inicio de la construcción de la Catedral de León, los canteros se afanaban durante todo el día en levantar tan majestuoso edificio, piedra tras piedra, sudor tras sudor, en un esfuerzo que a la mañana siguiente veían derruido sin explicación aparente. No encontrando justificación, decidieron observar que sucedía durante la noche que deshacía la labor del día. Resolvieron pasar la noche acurrucados en la obra y vigilar que o quienes minaba su trabajo. He aquí que en una noche por fin su esfuerzo se vio recompensado cuando sorprendieron a un topo gigante que removía los cimientos y echaba abajo lo construido. Armados con garrotes se fueron a por él y consiguieron acabar con tan enorme bestia a golpes. Como muestra de su hazaña y para escarmiento de quien osara entorpecer su tarea, decidieron exponer el pellejo del “topo maligno” encima de la puerta de San Juan en el interior de la Catedral como aviso a todo el que en ella entrara. A principios de los años 90 bajaron por primera vez el pellejo del animal para llevarlo a una exposición que se celebraría en Barcelona. Cuando se hizo la limpieza y restauración, se descubrió que se trataba del caparazón de una tortuga laud, la tortuga marina más grande que existe y que sólo se encuentra en los mares tropicales. Se imaginarán la sorpresa de todos. Lo que estaba colgado en la puerta es el caparazón de color oscuro de una tortuga, y nadie lo sabía. De cómo y cuando llegó hasta allí sigue siendo un misterio, aunque se supone que fue colocada después de la última gran restauración (1859-1901) y por donación de algún emigrante de la ciudad en América, un indiano.


Terminando nuestro recorrido


Al salir de nuevo al exterior, empezamos a extrañar la maravillosa luz de colores del interior. Pero disfrutamos de nuevo el espectáculo al sentarte enfrente de la Catedral, en uno de los muchos bares que por allí se encuentran, y mirando siempre hacia arriba nos quedamos observando los cambios de tonalidad de sus muros, según se iba reflejando en ellos la luz del sol, contrastando con el cielo azul sin nubes. Desde luego, la visita mereció la pena, y mucho.


Escríbeme
 
viajarycelebrar@gmail.com
 
Me encantará conocer
tus opiniones y comentarios. 
 
bottom of page