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Lisboa, el destino de moda


Llegué a sus calles después de una ausencia de diez años. Es la ciudad del momento, y lo sabe. Que importan las horas de espera en el aeropuerto para pasar inmigración y poder entrar. La espera tiene su recompensa. Allí están sus mismos monumentos, los mismos cafés, su castillo, sus plazas. Pero todo ha cambiado a la vez. Ya no luce igual, ahora brilla. ¿Puede una ciudad ser como cenicienta y pasar de ser un día la hermana pobre y descuidada a la princesa de la que todos se enamoran? Pues sí. Y eso ocurrió con ella. Hace años era la más pobre de Europa, la hermana a la que nadie visitaba, incluso pocos conocían. Pero, ya nada es así. Se ha convertido en la ciudad más cool de Europa, el mejor destino, el mejor city break. Sus calles, antes tan grises y peligrosas, se han llenado de turistas. La ciudad que Vasco de Gama convirtió en la capital del imperio, centro de las exploraciones europeas de los siglos XV y XVI, vuelven a lucir sus mejores galas para los visitantes que ahora llegan de todas partes del mundo, no para comerciar en los mercados como se hacía en aquellas épocas, sino para conocerla, para recorrerla, para disfrutarla. La gente sube y baja por las calles del barrio de Alfama hasta el Castillo de San Jorge, pasando por la Catedral y la iglesia que levantaron en el lugar donde nació San Antonio, el de Padua que resulta que aquí es de Lisboa, patrono de la ciudad en cuyo honor se celebran unas espectaculares fiestas populares en junio, con sus arrabales y sardinas asadas. La zona de la Baixa y la del Chiado están llenas de locales donde te puedes sentar a saborear un café, no en vano ha sido elegido el segundo país donde tomar el mejor café de Europa, después de Italia. Y al atardecer vino, sus vinos que compiten con los mejores del mundo, pero que tienen poca publicidad. No hay nada mejor que sentarse en un barcito en uno de sus muchos miradores, terrazas que se asoman sobre el río Tejo, y relajarse disfrutando un vino verde o albarinho. Caminar hasta la Torre de Belém y el Monumentos a los Descubridores. De aquí salieron ellos a conquistar el mundo, y fueron los primeros en llegar a Asia cruzando los océanos y dándole la vuelta a África, cuando hasta entonces sólo se iba por tierra tras los pasos de Marco Polo. Y ya que estamos en esta parte de la ciudad, obligatorio probar los indiscutibles protagonistas. Unos pasteles de hojaldre con su interior de crema tibia, salpicados de canela. Los Pastéis de Belem, que así se llaman, tienen una receta antigua y secreta, y se venden desde hace más de doscientos años en la misma pastelería. Son tan famosos, que cruzaron el océano en época de la colonia portuguesa en Macao y hoy todavía los hacen en China, donde se llaman "dan ta" (蛋挞, pastel de huevo). En los últimos años, presumen de estar presentes en cualquier lista de postres famosos del mundo. No puedes comer sólo uno porque son adictivos y además llevan premio. Las saboreas con una vista del magnífico Monasterio de los Jerónimos, donde descansan para siempre reyes, poetas y exploradores. Ya lo ves. Esta ciudad era, y vuelve a ser, el centro del mundo. Lo sabe y está disfrutando el momento. Se reinventa, pero mantiene su esencia, su historia, su tradición. Ya lo dice el dicho: “quen non veu Lisboa, non veu cousa boa”. Yo ya la vi y puedo decir que, de todas las que he visto, es mi ciudad favorita en el mundo.


Esta fue una asignación del Taller de Periodismo de Viajes On Line de Periodistas Viajeros, Enero 2019. Objetivo: Escribir una crónica sobre una ciudad a la que hayas viajado, incluyendo la personificación de la ciudad.


Me he dado cuenta que ya han pasado dos años desde mi último viaje a Lisboa, y ya la extraño demasiado.


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